En Sevilla
las hermandades del Valle y la de Monserrat todos los años encargan a conocidos
artistas de la ciudad la realización de sendos paños para que los porte la
Santa Mujer Verónica en sus salidas procesionales. En el caso de la Hermandad
del Valle lo lleva la imagen de la Verónica que figura en el paso de misterio
de Jesús con la cruz al hombro camino del calvario y en el de la Hermandad de
Monserrat el paño es portado en sus manos por una hermana vestida de Verónica
que figura en el cortejo del paso del Cristo de la Conversión.
En el
presente año los encargados de realizarlos han sido los pintores Guillermo
Paneque para la Hermandad del Valle y Francisco José García Rodríguez en el caso de Monserrat.
Viendo ambas
obras la polémica está servida puesto que las dos se salen de lo que están
acostumbrados los cofrades sevillanos. Innovar, hacer algo diferente, original,
creativo y de calidad cada día es más complicado pues ya está casi todo
inventado. Intentar aportar algo novedoso a la semana santa siempre es
encomiable y es de agradecer que los artistas se empeñen en conseguirlo, pero
también hay que comprender que existen unos límites lógicos, hacer un paño
donde se supone se encuentra la imagen del rostro de cristo por muy transgresor
que se quiera ser, no conviene “quedarse” con el personal, máxime cuando en
palabras textuales del autor Guillermo Paneque nos dice “ El paño es un espejo
que deja ver la verdad y no la apariencia total. Los cambios se producen a
través de los colores que vemos. Revela la verdadera condición de Cristo, es
Dios hecho hombre con todos sus padecimientos”.
Arte conceptual lo llaman, pero por más veces que lo veo yo no encuentro
nada de lo que dice,
más bien
parece que ha convertido el paño en una servilleta con manchas de color rojo y
mostaza después de comerte una hamburguesa. Puede que en el salón de tu casa
quede resultón pero entre las manos de la imagen de la Verónica componiendo la
escena del camino al Gólgota, sinceramente, no lo llego a comprender. No capto
el concepto ni el sentido que le ha querido aportar el pintor.