El altar
donde nuestras imágenes titulares reciben culto y las plegarias de sus devotos
durante todo el año es tan importante o más que los pasos donde realizan sus
estaciones de penitencia. Algunas hermandades y cofradías de Sevilla hasta hace
poco tiempo estaban afanadas todavía en resolver esa cuestión. Recordar los
casos recientes del retablo del Cristo de la Expiración (Cachorro) o el nuevo retablo para Nº. P. Jesús de las Tres
Caídas de Triana son buenos ejemplos de ello. En la provincia existen
magníficos ejemplos de altares de hermandades para las imágenes titulares que
en muchos casos tienen suficiente antigüedad para verificar que este asunto no
es nuevo.
Les traemos
a este blog uno de los altares más significativos, por su valor artístico y por
su antigüedad ya que fue realizado en los primeros años del siglo XVIII. Entre
1700 y 1714 la Hermandad de Nº. P. Jesús Nazareno de Osuna encargó a Pedro
García de Acuña la ejecución del retablo, las esculturas son Pedro Roldán “ El
Mozo” y el dorado lo ejecutó Lorenzo Vallejo.
En la parte
alta del retablo se encuentra Jesús Resucitado, más abajo se representa el
Calvario y las escenas del Prendimiento y Jesús ante Anás. Ya en la parte baja
donde se encuentra la imagen de Jesús Nazareno, obra anónima de finales del
siglo XVII de autor anónimo , aunque atribuida al taller de Roldán, están
representadas las escenas de la Entrada de Jesús en Jerusalén y Jesús ante
Pilatos.
Una
auténtica obra de arte que sin duda ayuda a realzar la belleza de la imagen
principal y contribuye a la devoción del mismo.